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Los Medios, El Crecimiento de la Extrema Derecha y la Llegada de Bolsonaro al Poder

Las tensas relaciones entre el nuevo gobierno y los medios no apagan el hecho que ellos han contribuido para crear las condiciones de su elección. Nuevo escenario trae grandes retos a la libertad de expresión y al derecho a la información.

Las elecciones de 2018 y la victoria del candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro (PSL) a la Presidencia de Brasil desafían los medios de comunicación del país. Como muestran innúmeras investigaciones hechas durante el proceso electoral, Bolsonaro construyó una campaña utilizando principalmente las redes sociales, como el Facebook, Twitter y WhatsApp, y evitó su exposición en los medios tradicionales, especialmente en aquellos que no se alineaban a su campaña. Sus apoyadores también utilizaran ampliamente las plataformas digitales, con el auxilio de robots, para diseminar noticias que no eran verdaderas, a fin de promover la desinformación que beneficiaría su candidato y perjudicaría sus opositores.

Los medios tradicionales no salieron incólumes de ese proceso: entre intentos de ponerse como el espacio de producción de la "verdad" y un posicionamiento ambiguo acerca del crecimiento de la extrema derecha en el país, ellos perdieron mucho de su capacidad de pautar temas que realmente tenían relevancia al proceso electoral. En los primeros meses de gobierno Bolsonaro, se queda evidente que la utilización de las redes sociales, la diseminación de desinformación y de informaciones desconectadas, además del intento de descalificar los medios tradicionales, siguen siendo las tácticas de comunicación del gobierno.

Durante el proceso electoral de 2018, el candidato Bolsonaro no partición de ningún de los debates promovidos por las emisoras de TV, como Globo, Band, RecordTV and Rede TV!, alegando problemas de salud derivados del apuñalamiento sufrido en agosto. Ha sido la primera vez, desde la redemocratización, que los votantes brasileños no tuvieron la oportunidad de asistir a los candidatos debatiendo y confrontando propuestas para el país. Él también se recusó a participar en la sesión de preguntas promovida por los periódicos O Globo, Extra y Valor Econômico, y por la revista Época en el 23 de octubre. Los medios no cuestionaron la actitud del candidato – al contrario, aceptaron las reglas por él impuestas. En la víspera de la segunda vuelta, por ejemplo, Rede Globo llegó a cancelar el debate entre Bolsonaro y el candidato Fernando Haddad (PT) porque el primero se recusó a comparecer; de acuerdo con la legislación electoral, la participación del candidato que confirmó su presencia podría haberse mantenido en forma de entrevista.

Por el otro lado, el candidato recibió apoyo de otras emisoras de TV y tuvo espacio privilegiado en la TV abierta brasileña, algo que contraría nuevamente la ley electoral. Aún en la primera vuelta, Bolsonaro concedió entrevista exclusiva de 26 minutos a la Rede TV! y de 45 minutos a la Bandeirantes (28/09/2018). En la semana siguiente, el 4 de octubre, mientras otros candidatos debatían sus propuestas en Rede Globo, él concedía entrevista de 26 minutos a la RecordTV. La entrevista ocurrió días después del dueño de Record, Edir Macedo, líder de la Iglesia Universal del Reino de Dios, haber declarado su apoyo al candidato. La Universal se añade a otras iglesias pentecostales y neo pentecostales que son propietarias de medios de comunicación en Brasil. Un número considerable de esos liderazgos religiosos con visibilidad en la esfera pública apoyó el candidato de extrema derecha.

En representación enviada al Ministerio Público Electoral, el Intervozes y el Fórum Nacional por La Democratización de la Comunicación (FNDC - Fórum Nacional pela Democratização da Comunicação) denunciaron el favorecimiento del candidato Jair Bolsonaro por concesionarias de servicios de radiodifusión y otros vehículos, como el Portal R7, que también pertenece al Grupo Record. De acuerdo con la ley electoral, los vehículos de radiodifusión no pueden proveer tratamiento privilegiado a un candidato, partido o coligación. Cinco meses después de la elección, la representación todavía no ha sido juzgada.

Los Medios Brasileños Crearon las Condiciones para la Ascensión de Bolsonaro

Aunque no hayan apoyado directamente la candidatura de Bolsonaro, los medios brasileños, de manera general, ayudaron el crecimiento del conservadurismo, la agenda que Bolsonaro representa y, así, la candidatura de la extrema derecha, sea por lo que dijeron o por lo que silenciaron.

En los últimos años, ha crecido en los medios brasileños la diseminación de hablas que acusan el Estado de ser ineficaz y corrupto, ayudando a crear en la población el sentimiento de incredulidad en la política. Más que eso, el foco en la corrupción ha sido selectivo y direccionado a un solo partido, el PT, culminando en el apoyo de los medios al golpe parlamentario que destituyó la Presidenta Dilma Rousseff en 2016. La crisis económica también se atribuyó a un partido, mientras los medios abrían espacio en su programación y en sus páginas al pensamiento de extrema derecha. No nos podemos olvidar que el soporte ideológico del gobierno Bolsonaro, el autoproclamado filósofo Olavo de Carvalho, fue columnista de varios vehículos, entre ellos, O Globo. Y que Kim Kataguiri, el líder del Movimiento Brasil Libre (MBL - Movimento Brasil Livre) – un grupo de extrema derecha que tuvo gran visibilidad y apoyo de los medios durante el impeachment – ganó una columna en Folha de S. Paulo cuando el movimiento aún no había entrado en la política partidaria.

Los principales medios de comunicación también ejercieron un papel central en la difusión de la agenda a favor de las puniciones y de rechazo a los derechos humanos, la cual Bolsonaro representa. Especialmente en los programas de noticias policiales, los medios ayudaron a poner el tema de la seguridad pública – uno de los focos principales de la campaña de Bolsonaro – en el centro del debate, al generar miedo en la población por medio de su abordaje sensacionalista y al defender que puniciones son la solución del problema.

La ausencia de pluralidad y diversidad de visiones en la cobertura por los medios de la agenda económica del país también contribuyó con la ascensión de la agenda conservadora. Los medios con más destaque responsabilizaron, una vez más, PT por la crisis económica y defendieron sistemáticamente políticas como la reforma de la previdencia, la reforma laboral y la privatización del Estado como las únicas soluciones para la crisis, sin presentar visiones divergentes sobre este tema que afecta no solo Brasil, sino que múltiples países en el mundo.

Durante las elecciones de 2018, los medios también banalizaron los ataques proferidos por el candidato Jair Bolsonaro contra mujeres, negros y la población LGBTI, que culminaron con el crecimiento de las violencias históricas perpetradas contra eses grupos. En vez de cobrar del candidato responsabilidad por sus hablas, incluyendo aquellas en que él elogia torturadores de la Dictadura Militar, los medios prefirieron hablar de la violencia durante las elecciones como resultado de la polarización política que pondría PSL de un lado y PT del otro, como extremos que amenazarían la democracia igualmente.

Los medios también actuaron a través de silenciamientos. Durante las elecciones, ha sido notoria la pobre cobertura de Globo al movimiento #EleNão (él no), que llevó miles de mujeres a las calles de 300 ciudades de Brasil y de otros países contra la candidatura de Bolsonaro.

El habla única es propiciada por un escenario de alta concentración de propiedad y de audiencia de los medios de comunicación y por los grandes medios representaren fuertes intereses de mercado, además de intereses públicos, como muestran los indicadores de MOM-Brasil.

Demisiones, censura y amenazas

Al privilegiar Bolsonaro, muchos vehículos de comunicación se utilizaron de expedientes de censura contra sus empleados. En el reportaje del 13 de octubre, el portal The Intercept Brasil reveló la situación de asedio moral contra los trabajadores del Grupo Record en un intento de favorecer al candidato del PSL. El 23 de octubre, en el programa Bom Dia con Rogério Mendelski, en Radio Guaíba, de la ciudad de Porto Alegre (RS), que también pertenece al Grupo Record, el periodista Juremir Machado da Silva, que trabajó en la radio por 10 años, pidió su demisión en vivo, mientras denunciaba la censura al trabajo periodístico.

Además de censuras y demisiones, periodistas y vehículos de comunicación pasaron a sufrir múltiples amenazas. Aún durante el periodo electoral, la periodista Patrícia Campos Mello – autora de un artículo en Folha de S. Paulo que denunciaba el uso por apoyadores de Bolsonaro de dinero no declarado de empresas para diseminar contenidos anti PT por WhatsApp – sufrió una serie de ataques y amenazas de apoyadores del candidato por las redes sociales y por correo electrónico. Su WhatsApp también ha sido hackeado.

Las amenazas también parten o san incentivadas por el propio Bolsonaro y su grupo. Son muchos los casos de agresión a periodistas denunciados por órganos como la Federación Nacional de los Periodistas (Fenaj - Federação Nacional dos Jornalistas), la Asociación Brasileña de Periodismo Investigativo (Abraji - Associação Brasileira de Jornalismo Investigativo) y la FNDC en los últimos años practicados por él, sus asesores y apoyadores. Bolsonaro también amenaza la prensa de forma general, en un ataque directo a la libertad de expresión. El 21 de octubre, por ejemplo, el entonces candidato, en una habla exhibida en la Avenida Paulista, en la ciudad de São Paulo, llamó a Folha de S. Paulo de “fake news” y amenazó cortar el fondo publicitario gubernamental para ese vehículo caso ganara la elección, estimulando la violencia de sus apoyadores contra el periódico y sus periodistas.

Después de elegirse, la situación se repitió múltiples veces. En el inicio de marzo de 2019, en su cuenta de Twitter, Bolsonaro acusó la periodista Constança Rezende, de Estado de S. Paulo, y su padre, Chico Otávio, de O Globo, de querer derrumbarle del poder. El Presidente replicaba la noticia falsa publicada por el sitio web Bolsonarista Terça Livre. Después del artículo en Terça Livre y del tweet del Presidente, la periodista pasó a ser insultada y amenazada por los seguidores del Presidente. La Asociación Brasileña de Emisoras de Radio y Televisión (Abert - Associação Brasileira de Emissoras de Rádio e Televisão), la Asociación Nacional de Editores de Revistas (Aner - Associação Nacional de Editores de Revistas) y la Asociación Nacional de Periódicos (ANJ - Associação Nacional de Jornais) emitieron una nota conjunta criticando la actitud del Presidente, que tendría, para esas asociaciones, el "objetivo de descalificar el trabajo periodístico, fundamental a los ciudadanos y a la democracia."

El gobierno también ataca la libertad de expresión y el pluralismo al atacar la comunicación pública. Después de elegirse, Bolsonaro reafirmó su intento de extinguir la Empresa Brasil de Comunicación (EBC - Empresa Brasil de Comunicação). Su amenaza de cierre todavía no se cumplió, pero el 19 de marzo de 2019, empleados de esa empresa recibieron comunicado que el gobierno tendría la intención de fundir la TV Brasil – de carácter público - a la TV NBR – de carácter estatal - arriesgando así la provisión constitucional de complementariedad entre los sistemas público, privado y estatal de radiodifusión y abriendo camino para un control aún más amplio del gobierno sobre la comunicación de interés público. Ese control ya se ha ejercido, como muestran las crecientes denuncias de empleados de la EBC acerca de censura a su trabajo, escenario que empezó durante el gobierno Temer y se intensificó en el gobierno Bolsonaro.

Al negarse a prestar cuestas al público a través de los medios, el gobierno amenaza también los mecanismos de transparencia que se adoptaron en las gestiones anteriores, como la Ley de Acceso a la Información (LAI), número 12.527/2011, publicada durante el gobierno de Dilma Rousseff (PT). Un Decreto publicado el 23 de enero de 2019, que se conoció como "decreto mordaza", permitiría que ocupantes de cargos comisionados del gobierno federal – en su mayoría, sin conexión permanente con la gestión pública – determinaran y clasificaran datos públicos como informaciones secretas o ultra secretas, lo que les garantiría sigilo por 15 o 25 años, respectivamente. Hasta entonces, los únicos que tenían prerrogativa para eso eran el presidente y el vice presidente de la República, ministros de Estado y autoridades equivalentes, además de los comandantes de las Fuerzas Armadas y jefes de misiones diplomáticas en el exterior. El Decreto ha sido suspendido por la Cámara y posteriormente revocado, pero la decisión es más un capítulo en la tensa relación de la gestión Bolsonaro con el derecho a la comunicación y a la información ya en los primeros meses de su gobierno.

Texto publicado en abril de 2019.

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